EUROPA
PRESS
3 enero
2019
Así
puede ayudar el ejercicio a las personas con problemas cognitivos
Hacer que el corazón bombee con
ejercicio aeróbico, como caminar o andar en bicicleta durante 35 minutos tres
veces por semana, puede mejorar las habilidades de pensamiento en adultos
mayores con discapacidades cognitivas, según un estudio publicado este
miércoles en la edición digital de 'Neurology', la revista médica de la
Academia Americana de Neurología. Después de seis meses de ejercicio, los
puntajes de los participantes del estudio en las pruebas de pensamiento
mejoraron por el equivalente a revertir casi nueve años de envejecimiento.
El estudio examinó a personas que tenían discapacidades
cognitivas sin demencia, que se define como tener dificultad para concentrarse,
tomar decisiones o recordar, pero no lo suficientemente grave como para ser
diagnosticadas con demencia. El trabajo encontró que el ejercicio mejoró las
habilidades de pensamiento llamadas función ejecutiva, que es la capacidad de
una persona para regular su propio comportamiento, prestar atención, organizar
y alcanzar metas. Pero no se detectó mejoría en la memoria.
"Los resultados
son alentadores porque en solo seis meses, al añadir ejercicio regular a sus
vidas, las personas que tienen discapacidades cognitivas sin demencia pueden
mejorar su capacidad para planificar y completar ciertas tareas
cognitivas", dice el autor del estudio, James A. Blumenthal, del Centro
Médico de la Universidad de Durham, en Estados Unidos.
En el estudio participaron 160 personas con una edad
promedio de 65 años y factores de riesgo para trastornos del corazón, como
hipertensión, que no tenían demencia, pero que informaron de problemas con las
habilidades de pensamiento. Se identificó a todos los participantes que tenían
trastornos cognitivos sin demencia y eran sedentarios al inicio del estudio.
Los investigadores examinaron los efectos del ejercicio y la
dieta, específicamente la dieta de 'Enfoques Dietéticos para Detener la
Hipertensión' (DASH, por sus siglas en inglés), que es una dieta baja en sodio
y alta en fibra, rica en frutas y verduras, frijoles, nueces, productos lácteos
bajos en grasa, granos integrales y carnes magras. La dieta DASH fue diseñada
específicamente para personas con presión arterial alta.
Los participantes fueron asignados al azar a uno de cuatro
grupos: ejercicio aeróbico solo; dieta DASH sola; ejercicio aeróbico y dieta
DASH juntos; o educación para la salud, que consistía en llamadas telefónicas
educativas una vez cada una o dos semanas. Las personas asignadas a los grupos
de ejercicio hicieron ejercicio tres veces por semana durante 45 minutos cada
sesión, que incluyó diez minutos de ejercicios de calentamiento y 35 minutos de
ejercicio aeróbico, como caminar, trotar o montar en una bicicleta estática.
Mejoras de nueve
años en las pruebas
Tanto al principio como al final del estudio de seis meses,
los investigadores evaluaron las habilidades de pensamiento y memoria de los
participantes con pruebas cognitivas estandarizadas, la aptitud
cardiorrespiratoria con pruebas de esfuerzo en cinta rodante y factores de
riesgo de enfermedad cardiaca con evaluaciones de la presión arterial, la
glucosa en sangre y los lípidos. También utilizaron cuestionarios y diarios de
alimentos para medir cómo de cerca seguían los participantes la dieta DASH.
Los investigadores encontraron que los participantes que
hicieron ejercicio mostraban mejoras significativas en las habilidades de
pensamiento en comparación con los que no hicieron ejercicio. Los que participaron
tanto en el ejercicio como en la dieta obtuvieron puntajes promedio de casi 47
puntos en las pruebas generales de habilidades de pensamiento ejecutivo, en
comparación con un puntaje promedio de alrededor de 42 puntos para aquellos con
solo ejercicio o solo dieta, y aproximadamente 38 puntos para aquellos que solo
recibieron educación en salud.
No hubo mejoría en los participantes que solo consumieron la
dieta DASH, aunque aquellos que hicieron ejercicio y consumieron la dieta DASH
presentaron mejoras mayores en comparación con los controles que siguieron un
plan de formación sobre hábitos de salud.
Blumenthal explica que, al inicio del estudio, los
participantes tenían puntajes en pruebas sobre la función ejecutiva promedio
como de personas de 93 años, es decir, 28 años mayores que su edad cronológica
real. Después de seis meses, los participantes que hicieron ejercicio y
siguieron la dieta DASH vieron que sus puntajes promedio de función ejecutiva
se correspondían con personas que tenían 84 años, una mejora de nueve años.
Para aquellos que solo recibieron educación sobre la salud,
su desempeño en las pruebas de función ejecutiva empeoró en medio año desde sus
calificaciones al inicio del estudio. Aunque esto puede sugerir un beneficio
adicional de la dieta DASH cuando se combina con el ejercicio, Blumenthal dice
que una limitación del estudio fue que el número de participantes era
relativamente pequeño y estos hallazgos deben interpretarse con cautela.
"Todavía se necesita más investigación con muestras más
grandes, durante largos periodos de tiempo para examinar si continúan las
mejoras en las habilidades de pensamiento y si esas mejoras pueden lograrse
mejor mediante múltiples enfoques de estilo de vida como el ejercicio y la
dieta", concluye Blumenthal.